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Un paseo por Tavira

Tavira
Foto: Shutterstock - Evgeni Fabisuk
Foto: Shutterstock - Evgeni Fabisuk

Para no perderse
  • disfrutar de la vista panorámica desde la torre del castillo
  • recorrer a pie las calles antiguas y descubrir restos de la muralla islámica
  • visitar la Cámara Obscura (Torre de Tavira) en el antiguo depósito de agua para apreciar la ciudad en todo su esplendor
  • visitar algunas de las 37 iglesias de Tavira
  • probar las especialidades regionales como las ensaladas de pulpo o de atún y los folhados (hojaldres) de Tavira
  • saborear un helado en el Jardín de Coreto
  • llevar flor de sal extraída de las salinas de la región
  • dar una caminata por la orilla del mar en el largo arenal de Ilha de Tavira
  • sorprenderse con el “cementerio” de anclas en la playa de Barril
  • conocer las cascadas de Moinhos da Rocha o Pego do Inferno a 8 km de Tavira

De las calles junto al río Gilão a las murallas del castillo desde donde se disfruta de la mejor vista de la ciudad, Tavira nos seduce y nos hace querer descubrir sus rincones y desvelar sus secretos.

 Esta ciudad goza de cierto encanto oriental en sus tejados a dos o cuatro aguas, que se perfilan en el cielo de forma peculiar, y en las puertas de reja hechas de madera entrelazada que resguardan las casas dejando entrar el aire y el sonido, herencia de los árabes que habitaron la región.

Tavira se divide entre las dos orillas del río, en una maraña de calles estrechas y casas blancas que apetece recorrer sin prisa. El Jardín de Coreto es la zona más animada, en la que muchas personas pasean saboreando un helado o la frescura del aire, sobre todo por la noche, cuando espectáculos u otros eventos aportan aún más vida a esta zona. Aquí se encuentra el Mercado da Ribeira, que después de abandonar sus funciones originales es, en la actualidad, un espacio de animación y ocio.

El puente más antiguo, que según se cree era de origen romano, es una estructura del siglo XVII con parapetos murados donde podemos disfrutar de una bella vista sobre las casas. Aunque no tan bella como la que podemos contemplar subiendo a la torre del castillo, sin duda el mejor mirador de la ciudad, desde el cual se divisan los tejados ondulantes, las cúpulas de las iglesias, el río, las salinas e, incluso, la línea azul del mar, su límite en el horizonte.

Además de por la panorámica, el esfuerzo de la subida queda compensado por todo lo que podemos admirar por el camino. Como cuando atravesamos la puerta de la muralla y nos sorprende el bello pórtico renacentista de la Misericordia, una de las 37 iglesias de Tavira. También podemos visitar el Núcleo islámico para conocer algo más de la historia de la ciudad o el Museo Municipal, situado en el Palacio de la Galería, su edificio más destacado. Un poco más arriba queda el castillo y la Iglesia de Santa María, que ocupa el lugar de la antigua mezquita mayor. Aquí descansan Don Paio Peres Correia y los siete caballeros de la Orden de Santiago de los esfuerzos realizados para conquistar Tavira a los moros en 1242. Muy cerca, la Iglesia de Santiago, también se levantó sobre una antigua mezquita, en este caso la menor.

Del otro lado del río, en el promontorio cercano, hay más iglesias que podemos visitar como la Ermita de San Blas, de origen medieval, la Iglesia de la Orden Tercera del Carmen, uno de los más suntuosos templos del Algarve con una exuberante decoración barroca, o la Iglesia de San Pablo, más sencilla y austera.

Para compensar la energía gastada con tanto paseo, nada mejor que probar las especialidades gastronómicas, sobre todo el pescado fresco y el marisco, como el pulpo cocinado de diversas formas o el arroz de navaja. El atún, en rodajas o estopeta (desmigado con hortalizas) también destaca en los menús, ya que su pesca era una de las actividades más tradicionales de esta zona. Podemos conocer este arte en el Núcleo Museológico en Arraial Ferreira Neto, junto a la desembocadura del río Gilão, erguido para albergar a los pescadores y a sus familias y actualmente convertido en hotel.

Los encantos de la ciudad llegan a la ría Formosa que alcanzamos siguiendo la carretera paralela al río Gilão y flanqueada por salinas blancas donde se avistan aves como la cigüeña, el flamenco o la avoceta. Al llegar al final, en Quatro Águas, podemos coger el barco que la atraviesa y que nos lleva la playa por la lengua de arena que separa la ría del mar. Son 11 kilómetros de arenal, formado por las playas de  Ilha de Tavira, Terra Estreita, Barril y Homem Nu, donde podremos descansar de este completo paseo.


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